The duality that exists between staying in the dark and coming out of it is one that those of us who have historically cared for, sustained, and nurtured life are constantly navigating.
We have the ability to save ourselves just by witnessing each other. Our tenderness is our strength, not because we are delicate as a flower, but because of what it takes to remain tender in a world permeated by unspeakable pain.
In a world that opts for death, we continue to cultivate life.
I recognize the beauty in your eyes, not because your gaze is innocent, but because it carries within it a story of struggle and survival. I honor your skin, not for its softness, but for the deep and ancient wounds it wears.
We are not ideas, nor concepts. We are territory and memory. Bodies of african descent. We are Caribbean and what brought us here. We are sea, we are earth, we are fire and air.
Making room for ourselves means occupying our bodies with pleasure, laughter and joy, this is our greatest resistance.
We don't save ourselves on our own, liberation cannot be individual, healing has to be collective.
La dualidad que existe entre permanecer en la oscuridad y salir de ella. Es la dualidad que navegamos quienes históricamente cuidadamos, sostenemos y cultivamos la vida.
Nosotres tenemos la capacidad de salvarnos con solo atestiguarnos. Nuestra ternura es nuestra fuerza, no porque somos delicadas como una flor, sino por la fuerza que toma mantener la ternura en un mundo permeado de dolores innombrables.
En un mundo que apuesta a la muerte, seguimos cultivando vida.
Yo reconozco la belleza que hay en tus ojos, no porque tienes una mirada inocente, sino porque viene cargada de luchas y sobrevivencia. Honro tu piel, no por su suavidad, sino por la herida profunda y ancestral que lleva puesta.
No somos ideas, ni conceptos. Somos territorio y memoria. Cuerpa afrodescendiente. Somos Caribe y lo que nos trajo hasta aquí. Somos mar, somos tierra, somos fuego y aire.
Hacernos lugar significa ocupar nuestra cuerpa en alegría, gusto y goce, esta es nuestra mayor resistencia. No nos salvamos soles, la liberación no puede ser individual, la sanación tiene que ser colectiva.
Genesis
24” x 48” / Oil on Canvas / 2021
Fela
24” x 48” / Oil on Canvas / 2022
Johanna Agustín Federico —social activist, poet, bateyera, anti-racist feminist— collaborated with a poem that accompanies her portrait.
—activista social, poeta, bateyera, feminista antiracista— colaboró con un poema que acompaña su retrato.
Johanna
24” x 48” / Oil on Canvas / 2021
𝒐𝒖 𝒘è
Quiero trenzar mi cabello,
Unas trenzas largas,
que me conecte con mis ancestras.
Que le de vueltas al mundo
y lo entierre en las palmas de mis manos.
Unas trenzas largas
que sirva de puente pa' cruzar el río,
Que sirva de escalera pa' subir al cielo,
Unas trenzas largas que atraviese la tierra,
Haciéndola fértil,
Que nuestras raíces se conecten
En una red indestructible que nos cuide.
Mis trenzas tienen que ser bien largas,
Que lleven al Batey sin pagar pasaje.
¡Por ahí va!
Con sus trenzas largas y su cuerpo negro,
Y no creas que es cualquier cuerpo,
Es un cuerpo que te incómoda,
Ahí va caminando con su majestuosidad,
Sé que puedes ver su corona sin cadenas,
Moviendo las caderas pa' aquí y pa' allá,
Con su musiquita por dentro,
Flow ancestral que nunca entenderás.
Mis hermanas y yo descendemos de la realeza,
De la oscuridad brillante,
Del Cimarrón,
De los tambores,
De Lampara de gas,
De las piedras del fogón,
Del barracón,
Del gaga,
De la caña de azúcar,
De la fuerza,
De mi abuela,
De mi madre,
Del caribe,
Del Batey.
Karina
24” x 48” / Oil on Canvas / 2021
Gloria
24” x 48” / Oil on Canvas / 2022
Agatha Jamine Brooks —black transgender woman, poet, actress, LGBTQAI+ activist— collaborated with a poem that accompanies her portrait.
—-mujer transgenero negra, poeta, actriz, activista LGBTQAI+— colaboró con un poema que acompaña su retrato.
Agatha
24” x 48” / Oil on Canvas / 2022
𝐂𝐢𝐜𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐫𝐞𝐬𝐢𝐬𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚
Mis ancestras me abrazan
desde los confines del universo
Viven en el afro de mi cuerpo
Viven en el turbante de mi pelo
Viven en el trenzado de mi cabello
Viven en el colgante de mi cuello
De algunas se sus nombres,
de otras desconozco su existencia.
El ciclo que nos une que en cierto
punto somos la antepasada, la madre,
la hermana, la abuela, la tía , la prima,
la nieta, la descendiente.
Mariposas del caribe que revolotean
los confines de la jungla de concreto,
como fuerza, resistencia, fetiche, deseo,
morbo, curiosidad, admiración o algo exótico.
Cumpliendo el ciclo de la vida,
para pasar al de la muerte.
Solo dejando letras, hábitos y costumbres
que vivan eternamente recordado la vivencia
de la mujer negra abrazada por lo caribeño.
Cristina
24” x 48” / Oil on canvas / 2022
Yéssica
24” x 48” / Oil on canvas / 2022
Alicia Méndez Medina —poet and social activist— collaborated with a poem that accompanies her portrait.
—poeta y activista social— colaboró con un poema que acompaña su retrato.
Alicia
24” x 48” / Oil on canvas / 2022
𝐍𝐨𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐨𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐯𝐢𝐝𝐚𝐬
Tengo la noción
Llevo la marca
Mis instintos y cuerpos reaccionan
de forma automática.
El miedo de tiempos remotos viene
al presente a través de mí.
Mujeres de sangre y tierra, de aire y luz,
de agua; pagando importe por la vida.
Mujeres de todos los tiempos.
El temblor trae noticias,
anuncia el movimiento involuntario
y la voz entrecortada,
la tragedia que nos habita,
marca imborrable: las manos,
la respiración agitada,
el cuerpo y la necesidad de olvido.
el pasado se niega a ser olvidado,
se aloja en cada instante, cada reacción.
en lamento desde alguna zanja de esta ciudad.
El pasado necesita ser oxigenado.
Recuerdo de otras vidas
Tengo la noción y sobresalto de
ánimas que desandan por los caminos.
con un poderoso mensaje de boca en boca
A través de miradas y gestos
que trastocan las presunciones.
Un poderoso recado en lenguas
En sopas de resistencia,
cómo una botella a ese mar que nos acogió,
ese a nuestra llegada
El que nos asusta qué,
en presente nos señala el camino.
Gabriela
24” x 48” / Oil on canvas / 2022
These portraits were born from an image that refused to leave my mind. It was me in the dark, and I couldn’t understand if I was trapped within or coming out of it. This was a reflection of how I felt inside of the life that I was leading. I needed to paint, I needed to paint this, it was far too long of an “artists block”.
The pandemic came when I was just on the first painting, and the loneliness I was wrapped in became absolute. It had been less than a year since I had moved from the Dominican Republic to the States, and I found myself in a very small Texas town that only has a 4% black population, experiencing a kind of racism that I had never felt before. I have lived in other countries, places where I have been rejected, harassed and exoticized due to the color of my skin, but I had never received looks like the ones I received in Texas, looks that said “I want you dead”.
The initial phase of this creative journey was happening at the same time as the BLM movement was becoming more global; the murder of George Floyd, so many videos of police brutality becoming public, not just in the States, but all over the world, shedding light on how racism -with its nuances- operates the same worldwide. This led many of us to own our roots more consciously, to go deeper into the knowledge about where we come from, to decolonize our ideas and our practices. This is how I began to mend the feeling of isolation. Zoom and all of the courses and meetings that were taking place all over the world, I met people that are still in my life to this day, that I have cultivated friendships with without ever meeting in person. All of them women of color, they saved me.
This collection is in part a tribute to them, even if they are not portrayed, because initially I didn’t want to paint myself or anyone in particular, I just wanted to paint black women, within the dark/coming out of the dark, a duality that we all live life through.
The final phase of this creative journey took place in the Dominican Republic, where racism, though not always openly acknowledged, is deeply rooted. While only 8% of the population assume their African ancestry, it's evident that the vast majority of Dominicans are of African descent. This type of racism often operates in disguise, going unrecognized by both its perpetrators and its victims.
I was lucky to be raised in a home where our roots were acknowledged and uplifted, where my natural hair was never seen as bad and therefore never straightened. This is rare in my country, and it was far more rare in the time when I was growing up. This is why it was so important for me to present this work in my home land, to speak to this within the DR, where we have become a worldwide meme of denying our blackness, to say “we are black”.
Estos retratos nacieron de una imagen que se negaba a salir de mi mente. Era yo en la oscuridad y no lograba entender si estaba atrapada dentro o saliendo de ella. Era un reflejo de cómo me sentía dentro de la vida que estaba llevando. Necesitaba pintar, necesitaba pintar esto, ya había sido un “bloqueo artístico ” demasiado largo.
La pandemia llegó cuando apenas estaba en el primer cuadro y la soledad en la que me encontraba envuelta se volvió absoluta. Había pasado menos de un año desde que me mudé de República Dominicana a Estados Unidos y me encontraba en un pueblo muy pequeño de Texas que solo tiene un 4% de población negra, experimentando un tipo de racismo que nunca antes había sentido. He vivido en otros países, lugares donde he sido rechazada, acosada y exotizada por el color de mi piel, pero nunca había recibido miradas como las que recibí en Texas, miradas que decían “te quiero muerta”.
La fase inicial de este viaje creativo se produjo al mismo tiempo que el movimiento Black Lives Matter se volvía más global; el asesinato de George Floyd, tantos videos de brutalidad policial saliendo a la luz, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, arrojando luz sobre cómo el racismo -con sus matices- opera igual en todo el mundo. Esto nos llevó a muchxs a apropiarnos más conscientemente de nuestras raíces, a profundizar en el conocimiento de dónde venimos, a decolonizar nuestras ideas y nuestras prácticas. Así comencé a sanar el sentimiento de aislamiento. Gracias a Zoom, a todos los cursos y reuniones que se estaban dando alrededor del mundo, conocí personas que todavía están en mi vida hasta el día de hoy, con las que he cultivado amistades sin siquiera haberles conocido en persona. Todas mujeres de color, ellas me salvaron.
Esta colección es en parte un homenaje a ellas, aunque no estén retratadas, porque inicialmente no quería pintarme ni a mí ni a nadie en particular, sólo quería pintar mujeres negras, dentro de la oscuridad/saliendo de la oscuridad, una dualidad por la que todas atravesamos la vida.
La fase final de este viaje creativo tuvo lugar en la República Dominicana, donde el racismo, que aunque no siempre se reconoce abiertamente, está profundamente arraigado. Si bien sólo el 8% de la población asume sus raíces africanas, es evidente que la gran mayoría de lxs dominicanxs tenemos ascendencia africana. Este tipo de racismo a menudo opera encubierto, sin ser reconocido ni por sus perpetradores ni por sus víctimas.
Tuve la suerte de crecer en un hogar donde nuestras raíces eran reconocidas y enaltecidas, donde mi cabello natural nunca fue visto como malo y, por lo tanto, nunca alisado. Esto es raro en mi país, y era mucho más raro en la época de mi niñez. Por eso fue tan importante para mí presentar esta obra en mi tierra natal, hablar de esto dentro de la República Dominicana –donde nos hemos convertido en un meme mundial de negación de nuestra propia negritud– decir “somos negrxs”.